Roso de Luna descubrió, a simple vista, un cometa en la constelación del Auriga, inscrito por decisión de la Academia de Ciencias de París como “Cometa Roso de Luna”, tras salir victorioso de la discusión entre un astrónomo norteamericano y otro francés sobre quién lo había visto primero. A las tres de la mañana del día 5 de julio de 1893, cuando el doctor Roso de Luna se encontraba en la explanada y carretera de Las Angustias.
En aquellos momentos este cometa se encontraba más allá del planeta Júpiter y a más de mil millones de kilómetros del Sol. Recorrió la constelación del “Cochero”, “Osa Mayor” y “Lince”, perdiéndose entre el enjambre de estrellas de la llamada “Cabellera de Berenice”, el 10 de noviembre de 1893. Según se dijo en ese informe, dicho cometa no volvería jamás a verse desde la Tierra, por describir una órbita hiperbólica.
La constelación de Auriga (el cochero), es una constelación del hemisferio norte. Su localización es sencilla: basta con mirar por encima de Orión y ubicar un pentágono de estrellas brillantes, entre las que destaca Capella (a Aurigae).
Según la mitología griega, el auriga es Mirtilo, hijo de Hermes y de Fetusa, cochero de Enómao. La hija de este último, Hipodamía, tenía muchos pretendientes pero su padre, para deshacerse de ellos, los retaba a una carrera de carros. Lo que no sabían sus contrincantes era que sus caballos eran divinos y siempre vencían. El castigo por la derrota era la muerte. Un día se presentó Pélope, de quien la joven Hipodamia se enamoró inmediatamente, y juntos sobornaron a Mirtilo para que perdiera la carrera. El auriga cambió los clavos de hierro del carro del rey por unos de cera, de manera que durante la carrera éstos se soltaron y el carro quedó destruido. En el accidente Enómao murió arrastrado por los caballos. Después de la victoria, Pélope mató a Mirtilo arrojándolo al mar y el auriga, en su caída, maldijo a la raza de Pélope. Hermes lo puso en el firmamento.